El crecimiento de la población mundial perdió su momentum. La tormenta perfecta llegó con infestaciones de Feminismo, inundación de pantallas, y fallas en el suministro de testosterona.
Hoy la totalidad de la población posee un celular. Por primera vez en la historia contamos con un acceso directo hacia el placer. El soma (valium) que Aldous Huxley predijo en Un Mundo Feliz no era una pastilla, era un botón.
La capacidad cognitiva de un infante es acotada. Ni siquiera puede cruzar la calle sólo. Sin embargo, al verlo utilizar un celular la gente elogia su inteligencia cuando en realidad todo lo que sabe hacer es identificar meros botones para alejarse del dolor y acercarse al placer. Se están entrenando pibes expertos en relacionarse con pantallas, pero no con personas.
Mientras tanto, varias de las mujeres que siguen el libreto feminista y pasaron los 30 se encuentran en una situación desesperante. Están impacientes porque se les escapa el tren de la fertilidad mientras se percatan de que ya no son encaradas cómo cuando iban a la facultad. Si a eso le sumás que Instagram y Netflix vuelven su vida tan interesante como la de un jugador compulsivo de videojuegos de rol, deducirás que ningún hombre deseado se interesará por ellas. Tipos que además, cada vez son más escasos.
Durante su período ovulatorio, las mujeres prefieren hombres con saludables niveles de testosterona: hombros anchos, mandíbula prominente, profundidad de voz, elevada capacidad de concentración y musculatura fibrosa. Paradójicamente, los niveles de testosterona de la población masculina están descendiendo un 1% anual desde la década de los ’80.1
Ya no hay más dibujitos violentos. El mainstream acopló a la masculinidad con el concepto de lo tóxico tan eficazmente cómo el marketing de Coca-Cola asoció su marca con el concepto de felicidad.
¿Y entonces?
Una posibilidad es que la naturaleza esté vertiendo una dósis de cloro en el pool genético. Huele a shit-test globalizado (el famoso tengo novio). Las mujeres que eligieron compañeros con elevados niveles de testosterona son las que a la larga lograron pasar su genética a las generaciones venideras. La testosterona fue el kevlar que otorgó inmunidad a los pagótenos (pestes) y mayor tasa de éxito a sus hijos durante las guerras; ambas siendo las mayores amenazas a los números poblacionales.
Monetariamente sería sensato considerar inversiones en empresas dedicadas a la congelación de óvulos. Las mujeres solas de 30+ pertenecen a un nicho atractivo dada la combinación que produce el dolor de la soledad y el alto salario que empoderadamente suelen percibir. Instagram reemplazó al shopping mall.
Incel es el término que reciben los célibes involuntarios. Toda la movida de los pick-up artists exprimió la billetera de este nicho durante la última década. Y lo hizo fructíferamente. El ascenso espacial -y llamativamente oportunista- de Jordan Peterson da cuenta de esto.
No sería alocado pensar que en un futuro cercano las mujeres salgan a hacer shopping genético en una aplicación estilo Tinder, donde se pueda comprar esperma filtrando todos los likes que están almacenados a esa nube de pedos que llamamos Internet. ¿Madres solteras percibiendo pensiones alimenticias del dinero de los impuestos que pagan los Incels? También una posiblidad.