Se me ocurrieron dos ideas para mejorar el país. El plan es regular el mercado de balas mientras que los jubilados plantan y comercializan marihuana.
¿Viste cuando en los Simpsons extienden la duración de la luz amarilla en los semáforos para que los autos aceleren y así solucionar los embotellamientos? La idea es hacer algo parecido.
Durante el verano, en Argentina es común que escasee marihuana. No es un problema nuevo, la banda Los Piojos hizo referencia al problema en su tema Verano del ’92. Y aunque existe gente que cultiva, que haya escasez es señal de que se quiere consumir más de lo que se produce. Parecería una situación parasitaria. Pero no. Sólo falta gente con tiempo, y que además, le guste regar la plantita. Ahí es donde entran las abuelas.
Hay por lo menos dos motivos que entristecen a muchos abuelos. Uno es el acoso de noticieros pronosticadores de catástrofes a lo madre judía. El otro es que ningún gobierno dispone de suficiente dinero para pagarles la jubilación que se merecen. Regar la plantita solucionaría ambos problemas en múltiples dimensiones. Por un lado se reduciría el consumo de falsas noticias porque ahora los jubilados invertirían (parte de) su tiempo en algo que disfrutan (la naturaleza). Y por el otro, comercializar marihuana no sólo los haría más felices a ellos (aumentando sus ingresos), sino que además contentaría a los consumidores durante todo el año. Win-win. También se podría utilizar un porcentaje de lo recaudado por impuestos y destinarlo a engrosar las jubilaciones de todos los abuelos del país.
Sabemos que, dada su mentalidad, mucha gente se opondrá a esta verde solución. Entonces lo que necesitamos es llegar a un acuerdo. Para ello, el grupo que no es pro-marihuana recibiría algo que anhela hace mucho tiempo: seguridad. Ahí es donde entra la regulación del mercado de balas, que se importan desde otros países.
Bajo la meta original de reducir el gatillo fácil, hace algunos salió una ordenanza que obliga a los policías a comprar sus municiones con su propio bolsillo. Funcionó. Pero los que continúan gatillando son los malvivientes.
ACLARACIÓN: No tengo idea de cómo funciona el mercado de municiones. Quizás alguien más ducho en el tema pueda encajar los engranajes de la solución de manera adecuada. Sólo sé que las balas se importan.
Lo que planteo es que el estado sea la única entidad habilitada para el expendio de municiones. Y que su precio sea elevado, que cada bala cueste lo que un smartphone. Así, cada vez que un ladrón quiera disparar lo va a pensar dos veces. Si tiene dinero para tener el cartucho completo es probable que no tenga necesidad de salir a robar y entonces elija quedarse en su casa, adivinaste, fumando marihuana.
Esto también mejoraría la calidad de vida de los policías que podrían ver su sueldo aumentado gracias al impuesto a marihuana. Canalizar este dinero hacia el bolsillo de los agentes probablemente tenga efectos colaterales. Reducción de redes de trata y extinción de los desarmaderos clandestinos me viene a la mente.
¿Y cuando aparezca el mercado negro? La realidad es que en los mercados negros el precio también sería elevado. Es como el dólar. Quizá se empiece a hablar de la bala blue. Es verdad que toda esta reducción de disparos no va a suceder de un año para el otro. Pero 3 ó 4 años sigue siendo más rápido que 3 ó 4 generaciones. Enderezar al país se puede. Simplemente hay que asesorarse con psicólogos conductistas y meterle fichas a la ingeniería del comportamiento.
Por último, me parece tétrico que los policías se paguen sus propias balas. Impuesto a la marihuana o nó, la tecnología puede ser utilizada a nuestro favor. Una alternativa es instalar una cámara voluntaria en la gorra del oficial; liviana, como la de los celulares. Cuando el policía desenfunde el arma la cámara empezaría a grabar y porque no, transmitir en vivo. De disparar, el juez dispondrá de pruebas para juzgar a los partícipes del hecho. Y de haber grabación que demuestre los disparos, es el estado quien ahora sí podría pagar por las balas utilizadas. La batería de la cámara se podría cargar con un cable micro-usb ó se puede instalar un panelcito solar de 6x6cm sobre la gorra del agente.
Estoy seguro de que habrá contratiempos. Habrá policías rancios que se sientan tentados a traficar municiones. Pero habría que ver como se lo toman sus compañeros al enterarse de que alguien dentro de la fuerza está actuando para aumentar las chances de que otros colegas pasen a ver las flores desde abajo.