Una de las primeras cosas que reconocés cuando te vas de Argentina es la joda. La gente vive por y para la joda. Si la joda mueve al país, el humor lo motoriza. La joda hace que te levantés el lunes, vayás al laburo, como puedas, y patiés el reloj hasta que llegue esa birra amiguera, ese asado fernetero ó esa salida violenta.
Caminar por las calles de Argentina te despierta. Te conecta. En los pueblos te saludás con gente que no conocés. En la ciudad no. Allí verás mujeres caminando con sus mochilas por delante, gente con su teléfono pendiente de sus alrededores, gente entregando folletos, pegando carteles. La gente saca ficha. Hay miradas de todo tipo. Las hay profundas; las hay penetrantes, y variadas. Te mira el vendedor ambulante, la que está buena, la que no, el culo al que todos miramos, el que llega en auto a su casa, y si tenés suerte, te mira el conductor que dobla en la esquina.
En Argentina rige la ley del hago lo que yo quiero. El que tiene carisma lo tiene porque quiere. El que se queja y reclama, también lo quiere. El que encuentra la manera de no trabajar, no lo hará porque puede, y quiere. Mientras tanto el que quiere vivir sin que lo choreen y quiere, no puede. Él puede irse del país y visitar sus amigos y su familia cuando quiere, pero no siempre puede.
Reencontrarte con tus viejos, amigos y conocidos es como manejar por las calles del conurbano. Esporádicamente alguna calle se renueva, otras tapan sus baches y otras tienen baches que nunca se arreglan. Hay baches que empeoran. Yendo a tu destino hay caminos que son ideales, están los que dependen de la hora y hay otros que dejás de recorrer; cuando te preguntás porqué, la posta es que no tenés idea.
Al subirte al avión te bajás del auto que mejor te demuestra. Cuando volvés te subís al que simplemente te lleva. A veces volvés y hacés de avión – transportás experiencias. A veces volvés y te encontrás arriba del caballo; te bajás solito al acordarte, que ademas de cabeza, tenemos dos brazos y dos piernas.
La birra apesta, la birra está buena. No votés al que no quiere la mayoría, porque los que yo veo son la mayoría. La mayoría tiene razón, sobre todo cuando es minoría. La minoría grita grupo porque piensa que el individuo, es quien no vale la pena.