A los ingenieros no les suele interesar las imprecisiones del arte. A los artistas no les suele gustar lo estricto de los números. Pero la realidad es que ambos dominios están relacionados.
Estoy leyendo un libro que expone esa conexión al demostrar cómo los descubrimientos de la física fueron expuestos con anterioridad en el mundo del arte, de manera visual. Una vez que vemos algo y reconocemos su forma, podemos darle nombre. La palabra viene después de la creación. Le da nitidez, límite y precisión.
Matrix es un buen ejemplo. Años después del estreno de la película, miles de hombres destilaron en Internet lo que hoy se conocen como las Red Pill Truths. Cuando Neo peleaba, vimos como una persona refinó sus técnicas de lucha digiriendo el conocimiento que otro individuo esquematizó a lo largo de su vida. ∞Hola YouTube∞.
Algo que todavía el libro no expone de manera clara (voy por la mitad), es la influencia que los avances científicos produjeron cuando crearon nuevas técnicas; técnicas que luego son utilizadas por los artistas. Proveerlos de herramientas. Instrumentos. Espadas. Plumas. Pinceles. Pigmentos. Lásers. Teclados.
Existe un nexo común entre el artista y el físico. Es la necesidad visceral de expresar sus valores a través de un producto. Ese producto es el resultado de una innovadora manera procesar la luz.
El libro se llama Art & Physics. Hay 3 capítulos disponibles en su página. Son híper digeribles. Reveladores. Tras leerlos (en menos de dos horas) entendí por qué el bitcoin es una obra de arte.