Me suceden 2 cosas. Una, transpiro mucho. La otra, es que pasar varias horas detrás de un monitor me deja con la boca cerrada casi todo el día. Soy un hotel all-inclusive para bacterias hediondas.
Sabiendo que el olor no lo producen las baterias, sino sus desechos fecales, el bicarbonato sirve para hacer un genocidio de bacterias.
Es lo más barato y efectivo que encontré. Para las axilas alcanza con mojar tu dedo índice, meterlo en la bolsita de bicarbonato de sodio y luego desparramar el bicarbonato en la axila del brazo opuesto. Funciona de maravillas. Las bacterias no crecen y no cagan. Se acabó el olor.
Pero el bicarbonato tiene un inconveniente. Te puede dejar una aureola blanca en la axila, y en algunos casos mancharte temporalmente la remera. Aunque sea leve puede ser molesto.
¿La solución? Limpiar los excesos.
Tras la aplicación suelo agarrar una toalla, remera usada ó lo que tenga a mano. Luego me la paso 2 ó 3 veces por la axila limpiando los excesos. Simple.
Con el mal aliento el principio es similar. Lo que cambia es el proceso de aplicación:
- Usar hilo dental: Si mi mente procrastinadora se niega, entro en modo negociación. Me convenzo de que limpiaré sólo 1 diente. Nunca me pude negar. Una vez que me limpié el primero, continúo con el resto de manera automática.
- Cepillarse dientes
- Limpiarse la lengua: Allí se albergan la mayor cantidad de bacterias. El cepillo de dientes y pasta dental alcanza. Pero yo prefiero usar un limpia lenguas.
- Buches: Me tiro un poco de bicarbonato de sodio, agua oxigenada y un sorbo de agua normal. Buches, gárgaras, 2 minutos, enjuage y listo.
Con eso matás todas las bacterias. La idea es hacerlo todos los días. De poco esforzado que soy, los buches los hago cada 3 días. En general es suficiente. Pero hay ocasiones en donde es requerido: tras comer asado, pescado o tomar huevos crudos.
Leer siguiente: ¿Cómo Vestirse Como Hombre?