Me sentía presionado, como si debiera comportarme de cierta manera. Me senté a charlar con mis viejos:
-. Se que siempre me pusieron primero. Estoy eternamente agradecido. Pero me siento atascado. Para mí, un favor se devuelve con otro favor. Y aunque quisiera, no sé si me alcanzaría esta vida para pagarles.
Si algún día tengo hijos, imagino que allí tendré la oportunidad de saldar la deuda
Espero que no les duela; pero voy a vivir a mi manera. Elijo tomar mis decisiones. Quiero vivir bajo mis propias reglas.
Ellos, con una calma templanza, me respondieron:
“Facu. No nos debés nada, cuando tengas hijos lo vas a entender”
¿Querés que tus viejos sean felices? Entonces hacé lo que te haga feliz a vos.